Entre todos los elementos curiosos que encontramos en el moderno Madrid Río, destaca la mayor de sus antigüedades, el Puente de Segovia.
Es el más antiguo de los conservados en Madrid y todavía hoy sigue prestando servicio para cruzar el río Manzanares. Miles de peatones y vehículos transitan cada día sobre sus arcos.
Tras el último acondicionamiento de la zona, el Puente de Segovia embellece el paisaje. Todavía resulta muy útil, gracias a la robustez con que fue construido. Pero también muy fotogénico, especialmente si encuadramos de fondo el centro de la ciudad.
Un puente para la capital
El Puente de Segovia está ahí desde 1584, fecha en que el arquitecto Juan de Herrera, uno de los responsables del Monasterio de El Escorial, finalizó las obras. Una placa a pocos metros del puente, en la margen derecha, nos informa sobre su construcción.
Madrid era entonces una pequeña villa. Pero acababa de cobrar una importancia inusitada cuando Felipe II, en 1561, ordenó trasladar aquí su corte. Desde entonces sería capital del reino.
Por eso Madrid necesitaba mejorar sus comunicaciones. En este mismo lugar, unos metros más al norte, hubo otro puente anterior, del cual se tienen noticias desde el siglo XIV. Las crecidas del río habían hecho mella en él hasta destruirlo y, con el tiempo, enterrarlo bajo sus orillas. En 2006 las obras de la M-30 tuvieron que paralizarse por el hallazgo de unos pilares de este viejo puente.
Pero era cuestión de tiempo, de poco tiempo, volver a construir uno. No por razones estéticas sino simplemente prácticas. El paso de un lado al otro del río a esta altura resultaba fundamental para vecinos y visitantes.
La calle Segovia y la salida de la ciudad
El puente de Juan de Herrera tenía que ser ancho, sólido y duradero. Y así ha resultado. El nuevo paso debía comunicar la ciudad de Madrid con las poblaciones situadas al norte. Y es que esta salida, que hoy utilizaríamos para salir hacia el oeste, era la más idónea para dirigirse a la sierra y más allá.
Una de esas poblaciones era Segovia, de ahí el nombre del puente. También la calle Segovia se llama así por eso, aunque antiguamente había recibido otros nombres. Por ejemplo, calle Nueva, calle Nueva Grande y calle de la Puente.
Por esta calle, metido entre los cerros de Las Vistillas y del Palacio Real, discurría el arroyo de San Pedro. Es de suponer que, para entonces, cuando se hizo el puente, el arroyo había quedado ya en nada.
La obra también se conoció antiguamente como Puente Segoviana. Y es que, en otro tiempo, puente era una palabra femenina.
La larga vida del Puente de Segovia
A mediados del siglo XVII, ya con Felipe IV en el trono, la superficie del puente tuvo que ser reformada. Posteriormente sería objeto de otras intervenciones de mejora a cargo de los mejores arquitectos de sus respectivas épocas. Por ejemplo, Pedro de Ribera en 1721 y Ventura Rodríguez en 1775.
Pero el hito más importante se produjo ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil. El puente fue totalmente destruido para evitar el avance de las tropas franquistas. Finalizado el conflicto, fue reconstruido y ampliado, por lo que hoy tenemos un paso muy ancho de 31 metros. Y también una estructura un poco más embellecida y señorial que en origen.
Después se vio afectado por la M-30. Tanto por su construcción a principios de la década de 1970, como por su soterramiento entre 2004 y 2007. Bajo sus arcos hemos visto pasar miles de coches a diario dejando un paisaje un tanto gris en la zona.
Catalogado como Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, hoy el Puente de Segovia disfruta de un entorno y un paisaje más agradable. Sin dejar de servir de paso para peatones y vehículos, se rodea de fuentes, estanques, jardines y paseos dentro del gran parque del siglo XXI llamado Madrid Río.
Los nueve ojos del Puente de Segovia
El Puente de Segovia mide 172 metros de largo y está formado por nueve ojos, rematados por arcos de medio punto. Si te fijas, verás que los arcos centrales son más amplios y que a medida que se alejan del centro los arcos son más pequeños.
Entre los arcos existen unas piezas en forma de medio cono llamadas tajamares. Por el lado norte, de donde recibe las aguas, son picudas, mientras en el lado de salida son semicirculares. Estos tajamares tienen la función de repartir las aguas hacia los lados y evitar la erosión de los pilares.
El Puente de Segovia está construido con sillares de granito o piedra berroqueña. Su cornisa se embellece con una moldura y unas bolas de granito, que insisten en el estilo renacentista de toda la obra.
UN REGALO DE BIENVENIDA
Suscríbete y accede totalmente GRATIS a:
- Mi ebook: "37 planes únicos que te enamorarán de Madrid."
- Guías, Mapas y otros materiales que te resultarán útiles.
- Recibe los nuevos contenidos sobre Madrid en tu email.