La Cripta de la Catedral de la Almudena es uno de los rincones de Madrid más pintorescos y a la vez menos frecuentados. Uno de esos lugares que dejan buen recuerdo a los que se dan una vuelta por allí.
Si la Catedral de la Almudena es una visita obligada para los turistas que vienen a la capital, la Cripta pasa más desapercibida. Y eso que está justo debajo.
De hecho tiene la misma planta que la superior, y la altura es lógicamente inferior. Esto, sumado a las más de 400 columnas que la sostienen, crean un espacio muy especial.
Parroquia y panteón
La Cripta de la Catedral se puede visitar igual que el templo principal. Y también es gratis, salvo por el donativo de un euro que se pide a la entrada de ambos. Pero además alberga la parroquia de Santa María Real de la Almudena. Por eso tiene espacio para su propio despacho parroquial.
Adicionalmente, la Cripta es un panteón bastante grande. Son ya más de mil los enterrados aquí. Y todavía hoy es posible enterrar a muchos más.
Dando un paseo por sus pasillos encontramos enterramientos recientes. Por ejemplo, el de Carmen Franco Polo, la hija de Francisco Franco, de diciembre de 2017. Este sepulcro lo vas a encontrar recorriendo el pasillo principal, en la nave derecha, a la altura del altar mayor. Si te descuidas, lo pisas.
En teoría, cualquier bautizado podría ser enterrado aquí, si dispone del sepulcro. Hace unos años la web de la parroquia ofrecía la posibilidad de ocupar un espacio para la eternidad. Ahora no vemos esa opción, pero en caso de interés se puede consultar en alguno de los medios de contacto que ofrece su web.
Las 400 columnas de la Cripta de la Catedral
Son más de 400 las columnas que sostienen la Cripta bajo la Catedral. Cincuenta de ellas pertenecen a la nave central y son monolíticas, es decir, de una sola pieza. Los capiteles de estas columnas son todos diferentes y evocan figuras bíblicas o de la naturaleza.
Paseando por sus pasillos una de las cosas que más destaca es este mar de columnas. Cuando llevas un rato en su interior parece que te estás perdiendo. Y en todo su contorno llaman la atención las veinte capillas al modo de las grandes catedrales. Es frecuente percibir un ligero olor a incienso en toda la Cripta.
El ambiente espiritual se acompaña muy bien con la música religiosa que suele sonar por sus altavoces. Si a todo esto unimos la luz amarillenta muy homogénea que baña todo el espacio, estamos ante un lugar místico, apropiado para la reflexión y la espiritualidad.
En el altar mayor está la imagen de la Virgen de la Almudena, que es réplica de la que se exhibe en la Catedral. A su lado, el Sagrado Corazón de Jesús y San Isidro Labrador. Por todo el templo hay vidrieras clásicas del siglo XIX, obra de la casa Maumejean.
El curioso origen de la Virgen de la Flor de Lis
Una de las joyas que se encuentran en la Cripta de la Almudena es la pintura de la Virgen de la Flor de Lis.
Cuenta la leyenda que el rey Alfonso VI, cuando reconquistó Madrid para los cristianos y mientras se buscaba la talla de la Virgen de la Almudena, mandó pintar una Virgen que la recordara.
Los historiadores, sin embargo, dicen que la obra es posterior a todo eso, como del siglo XIII. La pintura se encontró en uno de los muros de la iglesia de Santa María de la Almudena, derribada en el siglo XIX.
La Virgen sostiene al Niño en sus rodillas y una flor de lis con la mano derecha. Con su blancura y los tres pétalos, la flor de lis podría representar la triple virginidad de la Virgen antes, durante y después de dar a luz a Jesucristo.
Historia de la Cripta de la Catedral de la Almudena
La Cripta de la Catedral se empezó a construir tras el permiso del arzobispo de Toledo para levantar otra iglesia a la Virgen, tras el derribo de la primitiva Santa María de la Almudena. El marqués de Cubas hizo el diseño y el rey Alfonso XII puso la primera piedra en 1883.
Más tarde el proyecto pasó a ser Catedral, tras el nombramiento de Madrid como diócesis. El marqués modificó el diseño para adaptarlo a las nuevas dimensiones, con orientación norte-sur como parte del conjunto que forma con el Palacio Real.
En 1911 se abrió la Cripta al culto, mientras se seguía construyendo el resto de la Catedral. Durante el siglo XX se continuó con su construcción hasta que en 1993 Juan Pablo II la dedicó y la consagró.
La Cripta es de estilo neorrománico, que es el estilo de la época en que se dice que se encontró la imagen de la Virgen de la Almudena. El interior del templo principal, por su parte, presenta un estilo neogótico. La fachada de la Cripta tiene un aspecto medieval, con una triple puerta coronada por arcos de medio punto.
Visitas a la Cripta de la Almudena
La Cripta de la Catedral de la Almudena se puede visitar todos los días de la semana entre las 10 y las 20h. Dispone de audioguía gratuito en español, inglés, francés, italiano y alemán.
La entrada es libre y gratuita. Eso sí, se solicita un donativo de un euro para colaborar con los gastos de mantenimiento e iluminación del templo. Según se dice en la entrada, no recibe ninguna subvención pública.
Cuando visites la Cripta, recuerda que también puedes visitar el templo principal de la Catedral, así como el Museo al que se accede por la plaza que hay frente al Palacio Real. Desde el museo se puede subir a la cúpula, que ofrece unas amplísimas vistas de la ciudad.
La entrada a la Cripta está en el lado sur del conjunto, por la calle Mayor 90. Para ubicarte puedes usar este mapa de situación. Un poco más abajo es donde empieza la Cuesta de la Vega. Precisamente bajando por la cuesta verás una figura de la Virgen de la Almudena en una hornacina en el muro.
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