Uno de los elementos más antiguos del Parque del Retiro es el Estanque de las Campanillas. También es uno de los rincones con más encanto del recinto, donde pasear o sentarse en un banco de cara al agua.
En medio del estaque hay una isla decorativa, que es una rocalla como de cuento. Hoy no tiene mucha explicación a primera vista, pero si nos remontamos a sus orígenes entendemos lo que ha supuesto esta pequeña formación.
En el Jardín Ochavado
El Estanque de las Campanillas existe desde la misma creación del Parque del Retiro. Éste y el Estanque Grande son los únicos que permanecen de aquella época, cuando existía toda una red de estanques, canales y fuentes.
El parque se creó en el siglo XVII, reinando Felipe IV y gobernando el conde duque de Olivares. Entonces se levantó el Palacio del Buen Retiro. Entre el Palacio y el Estanque Grande se hizo el Jardín Ochavado, con ocho paseos que se unían en una pequeña plaza central.
En el extremo noreste de este Jardín Ochavado se hizo el estanque. Para la época, el conjunto fue todo un prodigio de arquitectura paisajística, con caminos que confluyen, túneles de vegetación y otros adornos, además de este curioso estanque de pequeñas dimensiones habitado por aves acuáticas. Hoy sería una gran atracción.
En el plano de Pedro Texeira, confeccionado en 1656, aparece el Estanque Ochavado, que es como se llamaba entonces. Puedes distinguir perfectamente el templete central y la pasarela de acceso.
El Estanque y su isla
Por aquí paseaba el rey rodeado de su familia y su corte. Pero no había madrileños, porque entonces el Parque del Retiro estaba cerrado al público. Era, sencillamente, propiedad del rey, que lo utilizaba para su retiro personal.
Al Estanque de las Campanillas también se le llama Estanque Ochavado porque forma una figura de ocho ángulos. Si te fijas un poco, verás que consiste en ocho lados semicirculares o en forma de lóbulo.
También recibe el nombre del conjunto de los jardines a los que perteneció, que en la actualidad ya no existen. En su lugar está el Parterre, un ajardinamiento construido a la francesa ya en el siglo XVIII y modificado posteriormente.
Como decía, la pequeña isla del centro del estanque tiene su historia. En origen, esta isla no era así. Consistía en una torrecilla de planta octogonal, al que se accedía por una pequeña pasarela. Debía de ser un lugar muy propicio para juegos infantiles y escarceos no tan infantiles.
El Estanque de las Campanillas en el tiempo
En la reforma del siglo XIX, la torrecilla se sustituyó por un templete chinesco. De este templete colgaban unas campanillas que sonaban por la acción del viento. Por este motivo hoy se le llama Estanque de las Campanillas, aunque hace mucho tiempo que desaparecieron.
El aspecto actual del estanque se debe a la reforma de principios de siglo XX. Entonces se hizo la gruta de rocalla, que es también una fuente de la que mana agua. El sonido del agua cayendo por la roca contribuye al ambiente bucólico de la zona. En esta reforma se suprimió la pasarela de acceso a la isla.
Todo el estaque está cercado por una barandilla de hierro que sigue la peculiar forma del estanque. A pocos metros de la barandilla hay un cartel explicativo que cuenta su historia y muestra algunas imágenes de época.
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