La Plaza del Dos de Mayo es uno de los espacios con más personalidad de Madrid. Siempre lo encuentras muy concurrido de gente y su animación contagia a toda la zona.
Está en el centro del barrio de Malasaña. Tiene una historia a la vez triste y heroica que no nos cansamos de recordar. Y un presente lleno de vida.
Antes de la Plaza del Dos de Mayo
Esta plaza es uno de los lugares principales donde se produjeron los hechos del dos de mayo de 1808. Es decir, la batalla por la independencia que libraron los madrileños contra el ejército francés de Napoléon. El monumento que hay en el centro de la plaza está dedicado a los capitanes Daoiz y Velarde, protagonistas de la jornada.
Fue la mañana del dos de mayo. Las tropas napoleónicas ocupaban la ciudad y grupos de madrileños empezaron a congregarse frente al Palacio Real y en otros puntos estratégicos de la ciudad. La situación fue crispándose y los franceses hicieron fuego de artillería contra la multitud.
La rebelión estalló y en cuestión de minutos se extendió por toda la ciudad. Los militares españoles recibieron orden de no intervenir, pero los artilleros del Parque de Monteléon la desobedecieron para unirse al pueblo.
Los capitanes Daoiz y Velarde se encerraron en el cuartel junto a sus hombres. En una jornada angustiosa y sangrienta, los militares lucharon en desventaja a la vez que en las calles se producían todo tipo de altercados. Daoiz y Velarde acabarían muriendo esa mañana, igual que muchos madrileños, y la ciudad sería rendida.
De Maravillas a Malasaña
Madrid rinde homenaje a aquellos héroes, militares y ciudadanos, de diversas maneras. En primer lugar, el 2 de mayo es el día de la Comunidad. Además, varios monumentos y placas conmemorativas dedicados a aquella jornada se exhiben en la capital. Por ejemplo, en la plaza de la Lealtad, en la Puerta del Sol, en el Palacio Real o en esta Plaza del Dos de Mayo.
Si te interesa conocer mejor lo ocurrido en aquella jornada te puede interesar seguir el Tour del Levantamiento del 2 de mayo de 1808. Durante hora y media el guía te lleva por sus principales escenarios para terminar en esta plaza, donde te cuentan detalles en el mismo lugar donde se produjeron.
La plaza como la conocemos en la actualidad se creó en 1869. Para crearla hubo que retirar los restos del Cuartel de Monteleón. Por entonces el barrio se llamaba Maravillas, pero en los años 80, los de la Movida, se empezó a conocer como Malasaña, que también hace alusión a la jornada del Dos de Mayo.
Desde el punto de vista administrativo estamos en el barrio Universidad del distrito Centro. En su espacio abierto desembocan las calles Ruiz, Daoiz, Dos de Mayo y Velarde, evocadoras de la jornada de 1808. Por un lateral discurre la concurrida calle San Andrés.
Qué ver en la Plaza del Dos de Mayo
En el centro de la plaza destaca el Arco de Monteleón. Se trata del arco monumental que daba entrada al primitivo Palacio de Monteleón, más tarde convertido en cuartel de artillería. El cuartel ocupaba el espacio central de la plaza antes de su reforma.
El monumento a Daoiz y Velarde está debajo del Arco, y todo el conjunto se cierra con una reja. La gran escultura representa a los dos militares y es obra de Antonio Solá, que la hizo en 1822. Su postura, según el autor, es la de juramentarse para la lucha.
Las Lecturas del Dos de Mayo es el nombre de la escultura que se sienta sobre la bancada de granito de la plaza. Es una obra entre abstracta y figurativa que representa una mujer leyendo, realizada en bronce por Enrique Velilla en 1999.
La Iglesia de las Maravillas, parroquia de los santos Justo y Pastor, ocupa un lado de la plaza. Data del siglo XVII y, aunque ahora está restaurada, sufrió numerosos daños durante la jornada de 1808 por estar junto al Cuartel de Monteleón.
La plaza hoy
La del Dos de Mayo es la plaza central del barrio de Malasaña y una de las más populares de Madrid. En ella siempre ves mucha gente. Desde niños que juegan en la zona infantil hasta jóvenes que llenan las terrazas y bares, paseantes y vecinos que encuentran aquí su espacio abierto preferido.
No es raro algún pequeño botellón pacífico. También es habitual cierto vandalismo en forma de pintadas o de estropicios en la escultura de Daoiz y Velarde. En cierta ocasión, la espada que enarbola uno de los militares fue arrancada y en su lugar se colocó una botella de cerveza.
También es frecuente encontrar mercadillos los días festivos. Las calles que desembocan en la plaza se distinguen por sus comercios alternativos y en general el ambiente es relajado con un toque de vanguardia urbana.
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