Al salir de la visita a la basílica de San Francisco el Grande, el guía nos dio unas explicaciones suplementarias sobre el gran legado franciscano. Y, de propina, nos sugirió pasar por el Hospital de la VOT.
El Hospital de la Venerable Orden Tercera de San Francisco está a sólo un par de minutos andando de la basílica. Y merece una visita porque es pequeña joya monumental apenas conocida por la mayoría de los madrileños.
El Hospital de la VOT es el más antiguo en funcionamiento de Madrid con más de tres siglos desde su fundación. Como dice su página web, “un edificio histórico-artístico del siglo XVII alberga un Hospital del siglo XXI”. Creado por los seguidores de la “Regla” franciscana, en su origen fue una enfermería para cuidar a los hermanos pobres que formaban la fraternidad. Años después se inició la construcción del hospital, que fue inaugurado en 1697.
Visitar el Hospital de la VOT
Reformado en 1865, a mediados de siglo XX y recientemente cuando se construyó el aparcamiento subterráneo, el edificio sufrió los rigores de la Guerra de la Independencia y de la Guerra Civil. A pesar de eso, se ha conservado la mayoría de los objetos artísticos y sagrados de la Venerable Orden Tercera.
¿El precio de la entrada? No, aquí no se paga entrada. Al hospital de la VOT se viene a pasar consulta o a visitar a un enfermo, y para eso no hay taquilla. Uno llega, pasa de largo la recepción, y a la derecha ya accede a los pasillos del claustro. Por cierto, y aquí empieza lo asombroso, los encontramos repletos de cuadros antiguos de autores que no suenan.
Y si en vez de girar a la derecha seguimos un poco más al fondo, a la izquierda encontramos una puerta pequeña. Es la capilla, justo al pie de la gran escalera. Capilla y escalera son las dos grandes piezas que hacen de este edificio un espacio monumental.
Al pasear por los pasillos que rodean el claustro, de cualquiera de las dos plantas, uno va dejando atrás cuadros y más cuadros que bien podrían pertenecer a la colección del Museo del Prado o del Palacio Real o de la misma pinacoteca de San Francisco el Grande. Pero no, están ahí quizá porque sus autores no son Goya ni Vermeer ni El Bosco.
Una colección alternativa
El caso es que están ahí, y forman una colección alternativa a las archiconocidas de los grandes museos madrileños. Alternativa no sólo porque los cuadros y sus autores son otros, sino porque la forma de mirarlos también es otra. De hecho, cuelgan entre puertas que dicen algo así como “Consulta del Dr. XX” o “Sala de rayos X”. Se benefician de la tranquilidad y el silencio de unos pasillos por donde no pasa nadie. Porque la actividad médica está al otro lado de las paredes.
El claustro es uno de esos espacios que podrían haber estado ahí toda la vida. Y por lo que dicen lo estuvo. Ni siquiera está muy cuidado, es decir, que no está pensado para visitas turísticas, lo cual también se agradece. Se trata de un patio bajo donde entra una gran claridad. Combinada con los materiales antiguos del edificio, la luz nos parece un tanto empastada, como de ceniza.
La Capilla merece mención aparte. Al franquear la puerta parece como si estuviéramos accediendo a un mundo separado, solitario, perfectamente cuidado. Aunque nos pareció listo para recibir visitantes, nosotros lo vimos en soledad. Y es que no se trata de un espacio muy frecuentado.
Su altar, sus columnas de mármol brillante, sus imágenes, sus cuadros, su magnífico pulpito… Sus elementos podrían pertenecer a un templo de los importantes que se llenan de curiosos en las ciudades turísticas. Pero aquí están encerrados, a pocos pasos de la Puerta de Toledo y muy alejados del tráfico de coches y peatones que circulan por el barrio de La Latina. Y apenas nadie los visita.
La monumentalidad el Hospital de la VOT
También se dice, aunque nosotros no lo vimos, que “la Farmacia es una verdadera joya, por su amplitud y luminosidad, con un botamen antiguo de extraordinario mérito”. Botamen, una palabra poco frecuente, no es otra cosa que la colección de botes de una farmacia.
Lo que sí vimos y utilizamos fue la gran escalera, grande como las de los palacetes de familias nobles. Algunos cuadros enormes le dan mucha vistosidad, así como sus peldaños muy anchos, las esculturas y las placas. Una lámpara cuelga hasta la mitad del espacio y una bóveda pintada por Teodoro Ardemans otorga monumentalidad al espacio. Esta escalera bien merece un par de fotos, como la que da inicio a este artículo.
En resumen, una visita muy recomendable que en principio va para cinco minutos. Pero al final, debido al magnetismo que ejerce el edificio sobre el curioso, puede convertirse en un rato largo. En este rato se consigue una buena colección de fotos de uno de los lugares menos fotografiados de Madrid.
El Hospital de la VOT se encuentra en el número 13 de la calle San Bernabé, a medio camino entre la Puerta de Toledo (punto 4) y la basílica de San Francisco el Grande (punto 5). Para llegar puedes usar las líneas 3 y 148 de autobuses y la parada de metro de Puerta de Toledo.
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