Si estás paseando por el barrio de Malasaña es posible que te cruces con La Paseante, una figura de bronce a tamaño natural.
La puedes ver en la calle de la Palma 46, a la puerta de la Escuela de Arte. De hecho, está en medio de la acera y si te descuidas la tomas por una viandante más.
Por qué se llama La Paseante
La primera vez que la vi tuve la impresión de que representaba a una joven bailando. Y eso mismo decían otros que la contemplaban por primera vez y le sacaban fotos. Por eso algunos la llaman así, Joven Bailando.
Pero no es así. Según el autor, La Paseante representa a una chica joven que al pasar frente a la escuela de arte, subiendo la calle, le llama la atención algo que ve a través de la puerta. Por eso se echa hacia atrás y se gira para mirar. Lo que pasa es que, tras algunos avatares, la escultura fue cambiada de orientación y ya no mira hacia la puerta.
La figura es obra del escultor Roberto Manzano Hernández, autor de otras obras urbanas. Con esta pieza ganó un concurso promovido por la Empresa Municipal de la Vivienda en 1999. Sin embargo, la escultura está modelada en 1996 según la inscripción bajo el nombre del autor.
El concurso contaba con la participación de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos situada en Malasaña. Por eso se situó junto a su puerta y los alumnos la ven a diario cuando entran y salen del centro.
Una figura de bronce
La escultura está hecha en bronce y tiene lo que se suele llamar tamaño natural. Mide 1,80 de alto y está directamente apoyada en el suelo, sin pedestal. Esto le da más cercanía con los vecinos y visitantes del barrio.
La Paseante es una figura en movimiento. Pasea y se gira a mirar. La posición de las manos no es la de quien camina sino la de una persona sorprendida por algo que ha visto. La torsión del cuerpo hacia la izquierda también parece indicar ese movimiento.
Otra característica de la escultura es el contraste entre lo temperamental del rostro y la sensualidad del movimiento. Esta sensualidad se acentúa con las líneas que dibujan los pliegues de sus ropas.
Lleva una camiseta de tirantes que deja los brazos desnudos. Una falda larga la cubre hasta los pies. El calzado lo forman unas botas poco delicadas, pero que parecen muy cómodas debido al desgaste.
La Paseante y la calle
En conjunto es una figura en medio de la calle que invita a pararse y contemplar. Lo habitual si pasas por su lado es ver más gente mirándola o haciendo fotos porque tiene personalidad.
Tampoco es raro que sufra algún acto de vandalismo, como suele ocurrir al arte en la calle. A veces se han visto pintadas sobre su cuerpo o algún objeto que la adorna. En 2009 sufrió la amputación de un brazo y en 2013 apareció tirada en el suelo con la cabeza cortada.
Pero La Paseante conserva toda su fuerza. Y eso que se nota que la tocan hasta el desgaste. Algunas partes de su cuerpo están más brillantes, como si el metal hubiera sido pulido. Otras partes presentan la negrura que da el paso del tiempo.
En fotos más antiguas se puede ver que La Paseante estaba colocada de otro modo. Entonces miraba hacia el edificio de la Escuela de Arte, como para ver a los alumnos entrar y salir. Es decir, estaba en su ubicación original, la que daba sentido pleno a la figura. En cambio ahora mira en dirección opuesta, hacia el centro de la calle.
Esculturas en el barrio de Malasaña
La Paseante no es la única escultura que puedes ver en las calles de Malasaña. La iniciativa de la Empresa Municipal de la Vivienda pretendía embellecer las calles del centro y por eso podemos ver otras figuras en el entorno.
En la calle del Pez está Tras Julia, que representa a una joven como homenaje a la Universidad y a las mujeres estudiantes. Y en la plaza de San Ildefonso vemos a la Joven Caminando, una estudiante con una carpeta bajo el brazo. Igual que La Paseante, ambas están también a pie de calle y son de bronce.
En la Plaza del Dos de Mayo, sentada en las gradas, hay otra figura, esta vez de carácter más abstracto. Su nombre es Las Lecturas del Dos de Mayo, aunque algunos la llaman la Lectora Empedernida. Tiene un libro en las manos y mira hacia el monumento a Daoiz y Velarde.
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