Uno de los nombres que más se pronuncian históricamente en Madrid es el de Beatriz Galindo. Algunos la conocen más por su apodo, la Latina. Pero lo que todos conocen es el barrio que lleva su nombre.
Esta mujer, que vivió entre los siglos XV y XVI, fue consejera de la reina Isabel la Católica. Aunque si se habla tanto de ella es por la cultura que atesoró y por las obras que hizo antes de morir. Algunas de ellas, todavía se pueden ver en Madrid.
La huella en Madrid de Beatriz Galindo
De Beatriz Galindo han quedado muchas huellas en Madrid. Para empezar, un barrio histórico de Madrid lleva su nombre. El barrio de la Latina es más bien una denominación turística, porque administrativamente es parte del barrio de Palacio, distrito Centro.
En este barrio, la Latina ordenó algunas construcciones de las que enseguida hablaremos. Un popular teatro, construido muchos años después, lleva su nombre. Y en el entorno hay algunos elementos de interés como la basílica de San Francisco el Grande, la Puerta de Toledo o Puerta Cerrada.
Sí tiene entidad administrativa el distrito Latina, en la parte oeste de Madrid, junto al distrito Carabanchel. Además, no falta una calle llamada Beatriz Galindo, pequeña pero muy céntrica. Se inicia en la calle Segovia, debajo del Viaducto, y sube hasta los jardines de Las Vistillas.
Un famoso instituto de enseñanza secundaria lleva también su nombre. Está en la calle Goya haciendo esquina con Claudio Coello. Por otro lado, en el barrio de Aluche hay un centro de enseñanza infantil y primaria que se llama La Latina.
Homenajes a la Latina
Como homenaje reciente, el Ayuntamiento erigió una escultura de la Latina en el paseo de Extremadura. Está en medio del tráfico, justo en la confluencia con la plaza de Puerta del Ángel. Es obra del escultor José Luis Parés, que la hizo en 1999.
Una placa del Ayuntamiento recuerda la situación del convento de la Concepción Francisca. Fue fundado por la Latina en 1512 y se ubicó en la actual calle Toledo. En este convento estuvieron los sepulcros de la Latina y el Artillero que mandó labrar Beatriz. Hoy pueden contemplarse en el Museo de San Isidro.
La portada del hospital que estuvo al lado del convento de la Concepción Francisca puede contemplarse junto a la Escuela de Arquitectura, donde fue trasladada. Se trata de una pieza gótica en la que se aprecian los escudos de los Ramírez y los Galindo, así como otras figuras alegóricas y un curioso arco ojival.
En cuanto al monasterio de la Concepción Jerónima, también fundado por la Latina, sufrió varias mudanzas. Hoy se puede ver en su nueva ubicación de El Goloso.
Estudiando en Salamanca
Sin embargo, Beatriz Galindo no nació en Madrid sino en Salamanca el año 1465. Salamanca disponía entonces de una de las universidades más importantes de la cristiandad. Y la joven Galindo se cultivó a su sombra, adquiriendo un conocimiento sobresaliente del latín.
Por este motivo acabarían apodándola la Latina. Y es que no debía de ser frecuente en aquella época que una mujer destacara por encima de hombres doctos y estudiosos. Se dice que llegó a impartir lecciones en la universidad, a una edad excepcionalmente joven.
La intención de Beatriz Galindo fue la de ingresar en un convento de su ciudad. Entre los muros de una institución religiosa se dedicaría al estudio y a la oración, como hacían tantas mujeres de la época.
Pero su fama de sabia y prudente se extendió por el reino y justo antes de profesar recibió la llamada de la reina. Isabel la Católica había subido al trono poco antes y se preocupaba por la cultura. Tanto por la suya propia como por la de quienes estaban a su lado.
Beatriz Galindo, compañera de Isabel la Católica
Una vez en la corte, a la que llegó con veinte años, Beatriz Galindo empezó a aleccionar a la reina. Y ya no se separaría de ella hasta la muerte de la soberana, en 1504.
Por eso hay que entender que sus funciones no se limitaron a enseñar la lengua del Lacio. Ella se consideraba criada de la reina, aunque no nos ha llegado una relación de sus funciones. Se dice que fue una verdadera compañera de Isabel la Católica y que estuvo a su lado en los momentos más importantes de su vida.
Lo que no se discute es que con los años se convirtió en maestra de las hijas de la reina. Las cuatro tendrían un papel destacado en la historia de Europa, porque emparentaron con reyes de países vecinos. Y fue Beatriz quien se encargó de que adquiriesen los conocimientos necesarios para desenvolverse en otras latitudes.
Pero incluso cuando las infantas partieron hacia sus respectivos destinos, Beatriz Galindo permaneció en la corte al lado de Isabel. Según algunos historiadores, se había convertido en una de sus personas de máxima confianza, con influencia en asuntos de estado.
Aparte su trabajo en la corte, dedicó parte de su esfuerzo intelectual a la escritura. En cierto modo, su fama de mujer culta se debe también a sus escritos humanísticos. No nos ha quedado ninguna de sus obras, pero por referencias se le atribuyen poemas en latín y unos Comentarios a Aristóteles.
Francisco Ramírez de Madrid, el Artillero
Beatriz Galindo se casó a la edad de 26 años con Francisco Ramírez, que fue secretario del rey Fernando y unos de sus más valerosos capitanes. En la hora de contraer matrimonio el novio doblaba en años a la novia y tenía varios hijos de un enlace anterior.
De este desigual matrimonio nacieron dos hijos, que sobrevivieron a Beatriz. Pero la Latina enviudó sólo diez años después. Su marido era conocido como el Artillero por su papel destacado en los ejércitos del rey, y en estos lances encontró la muerte.
Fue en la guerra contra los moros de Granada donde terminó la vida del Artillero. Ya había participado en la toma de la ciudad de Granada, capital del reino Nazarí, pero un buen grupo de rebeldes se opuso al nuevo poder desde la serranía de Ronda.
En una astuta maniobra de los rebeldes, las tropas de Ramírez cayeron en una emboscada. Cientos de soldados, incluyendo el Artillero, perecieron atravesados por flechas y espadas moriscas. Poco después estos rebeldes acabarían por ceder al poder cristiano y fueron expulsados definitivamente de la península.
Doble viudez de Beatriz Galindo
La muerte de Francisco Ramírez obligó a Beatriz a ocuparse de la hacienda familiar y de los hijos. Pero no abandonó la corte. Siguió a la reina hasta la muerte de ésta y entonces se puede decir que la Latina quedó doblemente viuda.
Ya sin marido ni reina, se retiró a su casa de Madrid, en la calle que hoy se llama Concepción Jerónima. Esta casa, muy reformada a lo largo de los siglos, es actualmente el Palacio de Viana. Como había sido su deseo conjunto con el Artillero, la Latina aprovechó la fortuna acumulada en la corte para crear un hospital y dos nuevos conventos en la capital.
Uno de los conventos es el de la Concepción Jerónima, al lado de su casa. Este convento se trasladaría en el siglo XIX al barrio de Salamanca, entonces fuera de la ciudad. En el siglo XX las jerónimas se mudarían de nuevo al edificio levantado en El Goloso, donde permanecen.
El otro convento fue el de la Concepción Francisca. Éste se situó en una manzana entre la calle Toledo, la plaza de la Cebada y la Cava Alta. Se correspondería con el actual número 52 de la calle Toledo. A su lado se levantó el Hospital de la Latina, para atender a enfermos sin recursos. Ni el convento ni el hospital sobreviven. Sin embargo, hoy podemos ver la portada del hospital junto a la Escuela de Arquitectura en la Ciudad Universitaria.
Beatriz Galindo, la Latina, maestra y consejera de la reina Isabel la Católica, murió en su casa de Madrid en 1535. Sus restos se guardan en el monasterio de la Concepción Jerónima de El Goloso.
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