En una visita a Madrid uno siempre pasa por la Puerta de Alcalá, la plaza de Cibeles, la Puerta del Sol o la Gran Vía. Pero hay otros rincones que se van descubriendo más tarde, al salir de las rutas establecidas.
Es el caso de estos cinco rincones mágicos de Madrid. Si los llamamos rincones mágicos es en parte porque no son muy conocidos. Pero también porque en ellos el visitante encuentra una atmósfera diferente, un lugar donde alejarse del bullicio.
5 Rincones mágicos
1. Hospital de la VOT
VOT es la Venerable Orden Tercera de San Francisco y su hospital es el más antiguo que permanece en funcionamiento en Madrid. Fue fundado hace tres siglos por los seguidores de la Regla franciscana como enfermería para cuidar a los hermanos pobres.
El Hospital de la VOT no es un lugar turístico. Es un hospital que cumple su función día a día. Lo que pasa es que el edificio que lo alberga, del siglo XVII, constituye una pequeña joya escondida. Y por eso visitarlo es una experiencia que no se olvida.
El claustro, lleno de macetas y cuadros antiguos (algunos magníficos, pero de autores desconocidos), nos transporta a una época pasada. Su capilla bien podría figurar en las guías de viaje por la riqueza de su decoración. Y la gran escalera monumental, bajo una bonita bóveda, se asemeja a las de los palacetes del paseo de Recoletos.
2. Jardín del Príncipe de Anglona
Pese a que está abierto al público todos los días, el Jardín del Príncipe de Anglona es poco conocido. Se encuentra en el barrio de La Latina, en un extremo de la plaza de la Paja.
Visto desde la calle Segovia, es todo un jardín colgante, debido al desnivel. Está adosado al palacio propiedad de Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pimentel, Príncipe de Anglona. El recinto fue creado en 1731, pero su reforma actual data de la reforma de 1920.
Por sus caminos de ladrillo a sardinel, arbustos de boj, sus celosías y elementos decorativos, tiene mucho de jardín árabe. Aunque para muchos, por lo misterioso del lugar, es un jardín romántico. Casi siempre está vacío, esperando a que llegue un paseante y se siente en sus bancos a la sombra.
3. Cripta de la Catedral de la Almudena
La Catedral de la Almudena es una parada casi obligada para los visitantes de Madrid. Pero muchos de ellos no llegan a bajar a la Cripta. Y por eso se están perdiendo uno de los rincones más impresionantes que tenemos en la capital.
Una luz amarillenta y muy homogénea baña todo el espacio, que tiene algo de místico. El olor a incienso, la música religiosa que sale de los altavoces y la monumentalidad de su estructura hacen que este lugar sea perfecto para la reflexión y la espiritualidad.
Caminando por sus pasillos destaca el mar de columnas que produce un juego visual único. Son más de 400 columnas las que sustentan la cripta, cada una con su decoración. Las vidrieras, las capillas, los sepulcros, el altar mayor y el cuadro de la Virgen de la Flor de Lis enriquecen la visita a este templo bajo otro templo.
4. Pasadizo de la plaza de la Villa
Este pasadizo está verdaderamente en un rincón. Concretamente en el rincón suroeste de la plaza de la Villa, uno de esos espacios que se suele visitar con los guías turísticos que te conducen por el centro de Madrid.
Se trata de un pasadizo elevado que comunica la Casa de la Villa con la Casa de Cisneros, ambos de propiedad municipal. Aunque los edificios datan de los siglos XVI y XVII, el pasadizo que los une se hizo ya en el siglo XX, durante la reforma de Luis Bellido.
Las fotos de este rincón del Madrid de los Austrias son estupendas. Tanto desde la plaza de la Villa como desde el otro lado, un espacio abierto entre las calles Madrid y del Rollo que no tiene nombre de plaza.
5. Jardines de Cecilio Rodríguez
Los Jardines de Cecilio Rodríguez forman un recinto vallado dentro del Parque del Retiro. Muy poca gente entra aquí y precisamente por eso la sensación es la de entrar en un lugar especial que es el colmo de la tranquilidad y el sosiego.
Pequeños estanques, surtidores de agua, esculturas inquietantes, enredaderas que trepan por columnas y pérgolas, bancos en sombra, setos recortados y hasta pavos reales es lo que puede encontrar el visitante.
Estos jardines fueron creados por Cecilio Rodríguez, Jardinero Mayor de la ciudad, hacia 1940. Ya había creado la Rosaleda, muy cerca de aquí, y por eso el Ayuntamiento le erigió una escultura que podemos encontrar, si buscamos bien, en uno de los rincones escondidos del recinto.
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