En el centro de la Plaza de Oriente se encuentra la estatua de Felipe IV. Rodeada de jardines y edificios monumentales, la escultura preside uno de los rincones históricos más importantes de Madrid.
Se trata de una estatua ecuestre encargada por el Conde Duque de Olivares para agasajar al monarca y realizada por el escultor toscano Pietro Tacca en 1640 partiendo de un retrato pintado por Rubens hoy desaparecido.
Sin embargo, sabemos que Diego Velázquez repintó la cabeza en una copia de aquel cuadro que se guarda en la Galería Uffizi de Florencia. Además, el propio pintor sevillano volvió a retratar al monarca a caballo. Y el cuadro, que hoy está en el Museo del Prado, guarda muchas semejanzas con la estatua que vemos en plaza de Oriente.
La estatua de Felipe IV peregrinando por Madrid
Inicialmente la estatua se instaló en los jardines del desaparecido palacio del Buen Retiro. Con esa intención la encargó el conde duque de Olivares, ya que este espacio regio se creó con su impulso. Más tarde estuvo en lo alto de la fachada sur del antiguo alcázar para volver dos años después al Retiro.
Y en este parque continuó unos cuantos años más. Hasta que en tiempos de Isabel II se trasladó a su actual ubicación en la Plaza de Oriente. Pero esta vez se subió a una fuente monumental construida en 1845 al efecto para mayor realce de la escultura.
La estatua de Felipe IV aparece con la cabeza descubierta. El rey está vestido con media armadura y en la mano derecha levanta el bastón de general. Sobre el pecho lleva una banda y al cinto una espada. Monta un caballo de raza española en corveta, es decir, apoyado sobre las patas traseras y con las manos al aire, posición que nunca antes había adoptado ninguna escultura de este estilo.
Por este motivo, el escultor pidió asesoramiento a Galileo Galilei. El astrónomo y matemático realizó un complejo estudio de pesos y puntos de apoyo. Estos cálculos derivaron en la utilización de un espesor de bronce variable, muy fino en la cabeza del animal y casi macizo en los cuartos traseros y la cola, que también sirve de apoyo.
La estatua de Felipe IV y su monumento
El monumento que la alberga está formado por numerosos elementos. Se compone de un juego de pedestales a distintas alturas, que sostienen distintas figuras. Uno de ellos, el más elevado, está en el centro y sirve de base a la estatua de Felipe IV. Otros cuatro, más bajos y alrededor del anterior, da descanso a cuatro leones de bronce.
Por los lados norte y sur se abren sendas escalinatas que permiten subir a la plataforma para ganar altura. En esta plataforma puede uno sentarse en sus bancos de piedra caliza. En los lados este y oeste hay dos pilones que recogen el agua que cae en cascada desde sendas máscaras.
También cae agua desde dos figuras que personifican los ríos Jarama y Manzanares. Estas figuras están representados por dos ancianos desnudos coronados de hojas y frutos. El Jarama mira hacia Palacio y el Manzanares hacia el Teatro Real.
En los laterales del pedestal encontramos dos bajorrelieves que representan escenas del reinado de Felipe IV. La del lado norte muestra al monarca distinguiendo con la cruz de Santiago a Diego Velázquez. En la escena del lado sur una figura central coloca una corona de laurel sobre las sienes de Pedro Calderón de la Barca.
Los detalles del conjunto
Una placa de bronce frente al monumento dice lo siguiente: “La estatua ecuestre de Felipe IV, obra del escultor Pedro de Tacca, fundida en Florencia en 1640 con el asesoramiento de Galileo, fue donada por los Grandes Duques de Toscana. Instalada inicialmente en los jardines del palacio del Buen Retiro, en 1844, bajo el reinado de Isabel II, se trasladó a la Plaza de Oriente.”
Si te paras a ver la estatua de Felipe IV, te recomiendo que te fijes con detenimiento. Es asombroso apreciar los detalles de las escultura, los tendones del caballo, las venas que se marcan en la panza, el enredo del pelo en las crines y en la cola. Parece realmente que el animal esté en pleno movimiento. El resto del monumento, las escenas, las figuras, todo, es para echar un rato y leer sobre su largo proceso de construcción.
Por su complejidad, este monumento se asemeja a otros muy elaborados en Madrid. Así, tenemos el monumento a Cervantes en la plaza de España, que requiere de una explicación detallada. O el dedicado al rey Alfonso XII, junto al Estanque Grande del Retiro, con su gran columnata y sus figuras.
La estatua de Felipe IV se encuentra en la Plaza de Oriente, junto al Palacio Real, paso 2 del recorrido Qué ver en Madrid en 10 pasos.
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