Aprovechando la exposición montada por la Fundación Mapfre, nos pasamos a ver los cuadros de Ignacio Zuloaga. La muestra se llamaba Zuloaga en el París de la Belle Époque 1889-1914 y finalizó en enero de 2018.
Y ya de paso recordamos su paso por Madrid y la escultura que en su memoria se erige en Las Vistillas. Ignacio Zuloaga vivió entre 1870 y 1945. Nació en Eibar, Guipúzcoa, pero viajó mucho y se estableció en varias ciudades.
Una de esas ciudades fue Madrid, donde murió, y aquí dejó una huella importante. Por eso es normal que se le dedique una exposición, aunque sea centrada en los años parisinos. Por eso, y porque su pintura sigue siendo sorprendente.
Los cuadros de Ignacio Zuloaga
No sabría decir qué cuadro me gusta más de Zuloaga. Lo qué sí digo es que me gusta su pintura. Un entendido lo explicaría de manera precisa o profesional. Pero también se puede decir que su mirada es muy natural y clara, pese a la oscuridad de muchos de sus fondos.
Zuloaga pintó enanos, gitanas, condesas, toreros, soldados, folclóricas, amigos y hasta pintores pintando. Fue un artista de la Generación del 98, pero también de la Belle Époque parisina y de otros lugares y ambientes. Hasta hizo un retrato oficial del generalísimo Franco.
Será casualidad pero, antes de ver la exposición de Mapfre, encontré otro cuadro del pintor vasco que no esperaba. Fue en la muestra que el Centro de Arte Complutense dedicó al patrimonio de la Universidad Complutense. Allí se exponía un magnífico retrato de José Ortega y Gasset. A su lado estaba, por cierto, el retrato que Sorolla hizo al doctor Luis Simarro.
Bueno, pues ese Ortega de Zuloaga impresiona, por su naturalidad y por la expresión del retratado. Parece que está allí mismo, como si te observara y estuviera a punto de decirte algo. De algún modo, es como una fotografía trucada con buen gusto.
Por España y por Europa
Ignacio Zuloaga vivió y murió en Madrid. Pero antes vivió mucho más en otros muchos sitios. Antes de cumplir los veinte años ya viajó a Roma y París para pintar y para mezclarse con la intelectualidad europea. En París viviría muchos años, en periodos largos y en estancias intermitentes.
Viajó mucho por España y por el mundo entero, sin olvidar nunca su tierra, pues tuvo casa en Zumaya. En este municipio costero instaló todo un taller donde trabajar y exponer las obras de su colección personal. Hoy es elEspacio Cultural Z, un enclave único y privilegiado.
En vida y después de muerto sus cuadros se han visto en Nueva York, Moscú, Bilbao, Washington, Roma, Londres, Barcelona o, claro, Madrid. Allí donde se muestra, algunos ven en su pintura a un artista muy francés y otros a un español preclaro.
También estableció su residencia en Segovia, donde su tío Daniel Zuloaga tenía un taller cerámico. De este ceramista ya hemos hablado alguna vez, porque decoró algunos de los edificios más interesantes de Madrid. Suya es la decoración del Palacio de Cristal, de su vecino Palacio de Velázquez, del ABC Serrano, de Casa Allende y del edificio de la Compañía Colonial.
Zuloaga en Madrid
Cuando rondaba el medio siglo de vida, Ignacio Zuloaga se instaló en Madrid. Puso su estudio en Las Vistillas, quizá para tener la panorámica más amplia de la capital. O para recordar el Montmartre que habitó en París. Frente a su casa podemos ver la escultura moldeada por Juan Cristóbal, todavía en vida del pintor.
A la muerte de Zuloaga el Ayuntamiento de Madrid la compró para exponerla al público como homenaje. Se trata de un busto hecho en arenisca y colocado sobre un pedestal alto de granito. En la parte delantera dice “Ignacio Zuloaga Pintor”, en el lateral izquierdo el año de su nacimiento y en el derecho el de su defunción.
En Madrid también participó de la vida cultural. Se relacionó mucho y tuvo ocasión de mostrar su obra, que ya era famosa en el mundo entero. Retrató a Falla, Azorín, Valle Inclán y a sí mismo pocos años antes de morir, autorretrato que se utilizó para una serie de billetes de 500 pesetas de 1954. En 1926 se organizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes, con motivo de su cambio de sede al edificio actual.
Por entonces algunos jóvenes, deslumbrados por las vanguardias, lo veían anticuado. Pero en 1931 lo nombraron presidente del patronato del Museo Nacional de Arte Moderno. Ese museo, que ocupaba parte del edificio donde hoy está la Biblioteca Nacional, ya no existe. Sus fondos pertenecen ahora al Museo del Prado y al Museo Reina Sofía.
En el Museo Reina Sofía es dónde podemos encontrar varios cuadros de Zuloaga. A su colección permanente pertenece una sensual Celestina, el Retrato del pintor Balenciaga, el Paisaje de Calatayud, las Casas de Segovia o un inquietante Tipo de Segovia, entre otros. El Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Palacio de Liria guardan también algunas de sus obras.
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